Neijing (内静, 外敬) y Lian Xu He Tao
Cuando el ego
está muerto, el espíritu emerge. Ubíquese
en un espacio y lugar adecuado para la práctica meditativa y proceda a
relajarse y aliviar las tensiones del cuerpo. Cuando te sientes para meditar, hazlo sobre un cojín. Suéltate la ropa y cruza
las piernas con suavidad. Siéntate de cara al este. Junta las manos y ponlas
delante del cuerpo en la forma del símbolo del Tai-Chi. La espalda debe estar
recta. Coloca la lengua sobre el paladar. Debes escuchar en alerta pero sin
estar unido a los sonidos. Hacer pero sin hacer es el arte de meditar, el arte
de la no-acción y el camino hacia el Tao. Deja que caigan los párpados, pero no
cierres del todo los ojos. Permite que entre algo de luz. En la meditación es
muy importante no dejarnos llevar por los pensamientos discursivos ni por la
algarabía mental. Debemos buscar el silencio, sentir el silencio, escuchar el
silencio y ser el silencio. Si los pensamientos te secuestran, te saldrás del
camino hacia el Tao, el espíritu no será puro y tus esfuerzos por cultivarte no
te llevarán a nada. Igualmente, en cuanto surjan los sentimientos, el corazón
no estará tranquilo y el logro del Tao será imposible. No navegues hacia el
pasado, no viajes hacia el futuro, la inmortalidad está en el aquí y el ahora
¡Conviértete un Hijo del Instante! Cierra la boca y pon la lengua sobre el
paladar para que la energía interna no pueda disiparse. En la meditación se
anula el habla, pues así se conserva la energía vital. Se da descanso a los
oídos, pues así se busca el silencio, y se disuelven los pensamientos para
conservar la energía espiritual. Cuando estas energías ya no se disipen,
alcanzarás la inmortalidad en el Tao. El camino hacia el Tao es múltiple, pero
el Tao es Uno. Ten en cuenta que por un aliento entramos en este mundo y por un
aliento saldremos de él, por eso será fundamental prestar atención a la
respiración. La respiración acompaña a la vida. Todo aquel que permanece atento
a su respiración, permanece atento a la vida, y quien se distrae de ella o la
ignora está como muerto. La respiración es como un hilo que nos engancha a la
existencia. La vida es el Tao. Estar pendiente de este hilo es estar pendiente
de la respiración.
“Existe un ser completo, existente antes del Cielo y la Tierra. Es
silencioso e ilimitado, único e inmutable, está dando un movimiento giratorio e
incansable. Puede que haya sido la Madre del Universo. No sé su nombre, lo
denomino Tao. Y, a falta de mejor palabra, lo llamo Grande. Siendo grande,
fluye como desaparecido. Y habiendo llegado lejos, puede retornar.” Lao Tze.
Quien sigue este
hilo es calmado y sereno, mana con la existencia y se une a ella. Como el agua,
será capaz de adoptar todas las formas. Como el junco, será fuerte en su
flexibilidad. Como la hormiga, será sencilla pero tenaz en su trabajo. Seguir
el hilo de la respiración es seguir el hilo de la vida. Hay que recoger ese
hilo y seguirlo para aprehender el camino y llegar hasta la cometa, que es el
alma, y conocer el alma, y al conocer el alma, unirse al Tao. Quien sigue ese
hilo se encuentra a sí mismo, pero quien lo suelta se pierde a sí mismo. Todas las
criaturas son parte del Tao y el Tao es parte de las criaturas, pero el Tao es
mayor que las criaturas. Hay cuatro grandes en la existencia: el ser humano, la
tierra, el cielo y la naturaleza, pero el Tao es mayor, y todo lo demás es obra
suya.
En el cordel del la cometa encontraremos algunas banderitas de oración
hasta llegar al alma. Estas banderitas son oraciones y reflexiones en el camino
del Tao. Seguirlas es buscar al Tao. Cada religión y cada maestro inmortal tiene
su banderita sujeta a este hilo, pero el caminante que busca al Tao, que no
tiene más religión que su camino y más maestro que el Tao, se puede nutrir de
todas ellas. El Tao nos rodea y nos une, crea la vida y la
hace crecer. Es un campo de fuerza del que se desprenden todas las cosas vivientes.
Comprenderlo es comprender el universo, las estrellas, los planetas, la vida...
Servirle te convierte en un poderoso ser de luz, aliarte a él es servir a la
verdad y a la justicia, y luchar por preservarla. Quien logra comprender esto,
es sereno y calmado, está pasivo pero alerta, es maestro pero aprendiz. La
violencia atenta contra el universo a menos que sea para preservar la justicia
y la vida. El Tao es la Fuente de cada ser vivo, de cada animal y de cada
planta, pero también de la roca, la montaña y el mar. Ser conscientes de él nos
revela secretos que nos harán evolucionar, preservando la belleza que nos rodea.
Unirte al Tao hará que cambies la expresión “esto
lo he hecho yo” por “esto está
sucediendo a través de mí”. Dejar que la energía del Tao fluya a través de
nosotros es aprender la doctrina del universo. ¡Pero cuidado!, no debemos hacer
las cosas movidos por el odio, la envidia, la codicia, la pereza, los celos, el
desasosiego o la maledicencia. Estas cosas son malas, te llevan a perder
energía y a quedarte vacío de ella, lo que te desembocará también en perder la
paz y el camino del Tao. Quien conserva la paz, no pierde nunca su camino.
En nuestra meditación nos vaciamos de nosotros mismos para unirnos al Tao. En
el Tao no hay contrarios, del Tao partió el Yin y el Yang, surgió la tierra y
el cielo. Del Tao nació todo y todo regresará al Tao.
Nuestra existencia pasa como un sueño, pero el Tao es siempre Consciente,
Eterno, Inmutable, Incesante e Infinito. Algunos piensan que el Tao está muerto
o inactivo, esto es un gran error. El Tao no puede ser descrito, pero puede ser
sentido. Meditar es buscar unirnos con el Tao y sentir el Tao.
“El Tao que puede llamarse Tao no es el
verdadero Tao. El nombre que se le puede dar no es su verdadero nombre. Sin
nombre es el principio del Cielo y la Tierra; y con nombre, es la madre de las
diez mil cosas. Desde el No-Ser comprendemos su esencia; y desde el Ser, sólo
vemos su apariencia. Ambas cosas, Ser y No-Ser, tienen el mismo origen, aunque
distinto nombre. Su identidad es el Misterio. Y en este Misterio se halla la
puerta de toda maravilla.” Tao Te King.
Una de las banderitas de oración que encontraremos en ese hilo son los
cuatro deseos superiores, que recitaremos al principio o al final de nuestra
meditación, porque estos pensamientos nos unen a los seres y nos unen al Tao,
guardando el secreto del Uno sin contrarios, del Uno que son muchos, de muchos
que quieres regresar al Uno. El agua es Tao, la tierra es Tao, el Aire es Tao,
el fuego es Tao, el espacio es Tao, los seres son Tao y el hombre es Tao. El Tao
creó los elementos y todo está compuesto por ellos, por lo que todo está
compuesto por el Tao. Comprender esto es querer vivenciarlo, querer vivenciarlo
es querer unirnos con el Tao, querer unirnos al Tao es comprender que lo de
dentro es igual a lo de fuera. Quien no puede comprenderlo, no comprender el
Tao.
“Que
todos los seres sintientes alcancen la Felicidad y sus causas. Que todos los
seres sintientes estén libres del sufrimiento y de sus causas. Que todos los
seres sintientes puedan morar en la ecuanimidad, el gozo, la alegría, la salud,
la serenidad, la paz… alejados del deseo y de la ignorancia. Que todos los
seres sintientes alcancen el Supremo Despertar.”
La disciplina y
el trabajo meditativo o de contemplación, también llamado de búsqueda o
alquimia interior, requiere tiempo, continuidad, determinación y dedicación. El
Tao, como ya hemos dicho, no puede ser descrito, pero debe ser buscado y
vivido. Y esa búsqueda es la mayor de la empresas de la humanidad pero la menos
valorada.
“Permanecer en el camino del Tao requiere
disciplina. Hay que tomarse este conocimiento en serio y practicarlo en todo
momento, de otra manera, aunque sepáis lo que hay que hacer, nada obtendréis” Wang Chung-Yang
Algunos
recomiendan elaborar un altar frente a nosotros, poniendo quizás el símbolo del
Tai-Chi, queriendo representar lo que no puede ser representado, manteniéndolo siempre
limpio y bien cuidado, con ofrendas como fruta fresca, agua o incienso. Otros han
hecho de su propio cuerpo un altar agradable al Tao, en el que el Tao mora.
¡Esto último es mucho mejor! Comenzar y finalizar inclinándonos o postrándonos ante
lo Infinito es un símbolo de respeto y humildad.