"Le pregunté al ney: - ¿de qué te
lamentas? ¿cómo puedes gemir sin poseer lengua? - Y el ney me respondió: - Me
han separado del cañaveral y ya no puedo vivir sin gemir y lamentarme -"
Djalal al Din Rumi
"Un día el profeta Muhammad confió en
privado a su primo Ali los secretos y misterios del Islam. El dolor por la
separación de su alma con el Bienamado y el deseo de retornar a Él que quemaba
sus entrañas. Al acabar, sin embargo, le advirtió que no divulgase nada de lo
que le había confiado. Así, durante cuarenta días, Ali cumplió su promesa,
hasta que no pudo más. Un día, arrastrado por su estado espiritual, por la
profunda impresión que le habían causado las palabras del Profeta, desapareció en plena naturaleza hasta que, por
azar, encontró un pozo. Ali introdujo entonces su cabeza en él y gritó a las
entrañas de la tierra, uno por uno, los misterios transmitidos por Muhammad,
aquellos que estaban más cargados de tristeza y de pena, aquellos que habían conseguido
derretirle el alma. De esta manera, Ali se liberó de aquel peso interior, pero
lo cierto es que, al cabo de unos días, pudo verse una larga y solitaria caña
que empezó a crecer desde el interior del pozo. Un joven pastor que pasaba por
allí la cortó y fabricó con ella un ney, del que empezó a extraer las más
bellas melodías jamás oídas anteriormente. La fama del joven neyzan llegó a
oídos del propio Profeta, quien mandó que le presentaran al músico. Así, cuando
Muhammad le oyó tocar, con lágrimas en los ojos, afirmó: “Las notas de este ney
son la interpretación de los misterios sagrados que le he transmitido a Ali.
Veo en su triste canto el dolor de mi propia alma.” Aflāki
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