Cuenta el Zohar que, hace mucho tiempo, todos los seres vivíamos dentro del Alma de Dios, llamado también Jardín del Edén. Sin embargo, con el paso del tiempo, algunos espíritus se volvieron egoístas y Dios tuvo que crear un espejo de sí, un mundo aparte donde poder enseñar a estas almas el camino del amor. Así, cuando cada espíritu entraba en el mundo del espejo, tomaba posesión de un cuerpo. Pero como los cuerpos estaban divididos en dos mitades, masculino y femenino, el espíritu era separado también en dos. Por tanto, su destino en esta tierra era encontrar a su otra mitad, su ser-afín, para volver a ser uno y poder así recuperar el Paraíso. De esta manera, cuando alguien fallecía solo y subía al Cielo, como estaba incompleto, tenía que regresar una y otra vez a la tierra, porque Dios dispuso que solo encontrando a tu alma gemela puedes recordar cómo se ama, ya que la amarás a ella más que a ti mismo, recuperando la generosidad, por lo que todo lo tuyo, realmente es suyo, y porque vivir a su lado sería como reproducir aquel Paraíso celestial aquí en la tierra. Por tanto, para aprender a amar y a ser generosos, para poder volver a habitar en el Alma de Dios es que estamos aquí. Para reencontrarnos con nuestra otra mitad y estar completos. Tu otra mitad no es quien piensa igual que tú, ni quien te da siempre la razón, sino quien te completa y por quien darías gustoso la propia vida. En este periplo por la existencia, encontrar a nuestro ser-afín es encontrar el camino de vuelta a casa. Además, sabes que la has encontrado porque, estando junto a ella, sientes el deseo de ser mejor persona...
"Amaos los unos a los otros como yo os he amado" Jesús de Nazareth.
50 Cuentos Universales para Sanar tu Vida.
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