sábado, 24 de enero de 2015


"El Ganges se pasea frente a mí mientras las riberas de los Gats de Varanasi se van llenando de gente. La contaminación del río, no lo hace menos sagrado. Mis errores pasados tampoco me quitan mi potencial de santidad. El río fluye con la vida. El amanecer y el anochecer se suceden con un extraño encanto que me enseña que todo fluye, que todo pasa, que nada permanece, y, curiosamente, en esa impermanencia, e incluso en mi propia imperfección, encuentro la esperanza de un mañana mejor. Mirando el río, no encuentro el lugar donde el río es río, donde las aguas han cambiado su nombre. El río es otro de tantos procesos de la existencia, como mi yo, como la fantasía de mi vida y quién creo ser. ¿Qué le pasa al río cuando desemboca si nunca ha dejado de nacer de la montaña ni de ahogarse en el mar? ¿Qué le pasa al río cuando descubre que no es tal? El viento trae el murmullo de los mantras y el canto arrullado de los versos del Corán. El río es más bello cuando está libre. Sus aguas no vuelven, no se detienen a mirar atrás. Este momento es más bello si puedes llenarlo de ti y dejarlo pasar. Nada es para siempre, pero el ahora lo puedes disfrutar. En los Gats la gente hace sus abluciones, pero a Dios no le interesa la fachada de su templo, si no el interior de tu corazón. Bebe del río de la vida, conviértete en sonrisa, que un suspiro en el viento no debería guardar tanto dolor…" La Taberna del Derviche      

jueves, 22 de enero de 2015

Las Uvas del Profeta (s.a.s.)



"Un día, un hombre muy pobre trajo un racimo de uvas al Profeta Muhammad como regalo y le dijo: - ¡Oh Profeta de Allah, por favor acepta este pequeño regalo de mi parte! - Al poder ofrecer su obsequio al Profeta, el rostro del hombre se iluminó porque era evidente que le amaba mucho y que apenas tenía medios para comer él mismo. Muhammad entonces le dio las gracias amablemente y probó las uvas. A medida que el Profeta iba comiendo uvas, el hombre lo miraba expectante. Así, el Profeta se comió una, luego se comió otra y poco a poco terminó todo el racimo él solo, haciendo gestos de agrado. El pobre hombre se puso muy contento y al cabo de un rato se fue. Los compañeros del Profeta que estaban a su alrededor se sorprendieron. Por lo general, Muhammad compartía con ellos todo lo que tenía, pero esta vez había sido diferente. Así, uno de ellos le preguntó respetuosamente - Oh Profeta de Allah ¿Cómo es que te has comido todas las uvas y no nos ofreciste a nosotros? - El Profeta sonrió y dijo; - Me comí yo todas la uvas porque estaban ácidas. Si les hubiera ofrecido a ustedes, podrían haber puesto mala cara y mostrado su disgusto. Eso habría herido los sentimientos de ese pobre hombre, así que me dije a mí mismo que mejor que me las comiera todas yo y así complacería al pobre hombre y no heriría sus sentimientos”. Tal era el carácter y la forma de ser de nuestro amado Profeta Muhammad (s.a.s.) 

miércoles, 14 de enero de 2015

Cuentos para Unirnos



"Un anciano indio, queriendo enseñar a sus nietos, les dijo: - Hay una batalla teniendo lugar en mi interior. Es una pelea terrible entre dos lobos. Un lobo representa el miedo, el odio, la ira, la envidia, la avaricia, la arrogancia, el resentimiento, la culpa, la auto-compasión, la inferioridad, la mentira y el ego. El otro es la alegría, la paz, el amor, la bondad, la esperanza, la serenidad, la compasión, la generosidad, la amabilidad, la amistad, la humildad y la verdad - Entonces miró a los niños y les dijo: - Esa misma lucha está teniendo lugar también en vuestro interior y en el interior de todos los seres humanos. - Los niños se quedaron un rato pensando y al fin uno preguntó: - ¿Cuál de los dos lobos ganará? - Y el anciano respondió: - El que tú alimentes -” Cuento Cherokee

"El discípulo a su maestro: - Baba, ¿Qué parte del cuerpo es más importante? – A lo que el maestro respondió: ¡El corazón, hijo mío! Éste es el Templo del Señor en nuestro interior. Cuando Dios baja del cielo, se sienta en él. En el corazón, además, viven todos nuestros seres queridos, pasados, presentes y futuros. Los que ya se han ido todavía permanecen en él, los que están, están, y los que han de venir tienen su lugar preparado aquí. ¡Fíjate qué importante es tenerlo siempre limpio y adecentado! Del corazón sale además todo lo bueno y lo malo de la gente. Si tu corazón está sano, todo tu cuerpo lo estará." La Taberna del Derviche

“Hace algún tiempo, un sultán, conociendo que en su comarca se reunía un gran maestro sufí con sus discípulos, le envió un mensajero rogando que le confiara a alguno de sus hijos para instruir a su pueblo, pues en verdad estaban necesitados de orientación. Apiadándose de ellos, el sabio llamó a tres de sus discípulos para hacer una selección y le preguntó al primero: - Hijo mío, si alguien se comporta bondadosamente contigo ¿cómo le responderías? – Oh maestro, sin duda yo me comportaría bondadosamente con él - ¡Muy bien! Sin embargo, ¿qué harías si alguien se comportara mal contigo? – Oh maestro, le pagaría con la misma moneda, pues esto sería lo más justo – El sabio lo despidió y llamó al segundo discípulo, haciéndole la misma pregunta y recibiendo idéntica respuesta. Después llamó al tercero y le dijo: - Hijo mío, si alguien se comporta bondadosamente contigo ¿cómo le responderías? – Oh maestro, sin duda me comportaría bondadosamente con él - ¡Muy bien! Sin embargo, ¿qué harías si alguien se comportara mal contigo? – Igualmente le respondería con bondad – dijo el muchacho. Gratamente sorprendido, el maestro le preguntó: - ¿Cómo es eso? ¿Acaso no sería justo que tú le devolvieras mal por mal? – Sí, maestro, pero ése no es el legado de Jesús, hijo de María, y yo no puedo dar algo que no tengo. Así, él seguiría actuando de forma malvada y yo de forma correcta hasta que mi comportamiento lograse vencer al suyo – El maestro, muy orgulloso, envió al sultán al tercer discípulo como verdadero hijo de sus entrañas.” Sheij al Arabi al Darqawi

domingo, 11 de enero de 2015

Yo no soy Charlie Hebdo, pero tampoco soy un terrorista




"Yo no soy Charlie Hebdo, pero tampoco soy un terrorista. No soy Charlie Hebdo porque no me gusta insultar, vejar y ridiculizar la religión islámica, cristiana, judía, o cualquier otra escudándome en un supuesto humor que a muy pocos hace gracia. Y no soy un asesino porque no concibo quitarle la vida a otro porque piense diferente a mí. Desde pequeño me enseñaron que hay cosas sagradas para los seres humanos: la familia, la dignidad, la religión… y Cherlie Hebdo mostró un total desprecio hiriendo el alma de mucha gente, degradando al mundo árabe, propagando sin pudor la xenofobia, comparando el Islam con terrorismo y a todos los musulmanes con fanáticos religiosos. De pequeño también me enseñaron que Libertad no es sinónimo de hacer lo que a cada uno le venga en gana, donde termina tu libertad empieza la mía, y ese derecho fundamental deberíamos utilizarlo para tender puentes, no para enfrentar culturas. El Respeto es la base de la convivencia. Por eso tampoco puedo entender que haya seres que, en aras de sus convicciones, fusil en mano, decidan quitar la vida de otros. Así no sólo se convierten en asesinos, sino que, como dijo Saramago, hacen de Dios también un asesino. Yo prefiero convivir con los hombres que matarlos, prefiero sonreírles con amabilidad cuando nos cruzamos por la calle que utilizarlos para divertirme, prefiero vivir en paz en un sitio donde haya muchos puntos de vista que en un lugar donde sólo unos pocos se alcen con la verdad. Yo no soy Charlie Hebdo, ni me sumo lo que hacía, pero tampoco soy un asesino, ni jamás lo seré. Tan sólo soy alguien anónimo que desea, como la inmensa mayoría de mis hermanos y hermanas, vivir en paz y dejar vivir también en paz. Yo no soy Charlie Hebdo, pero tampoco soy un terrorista."

sábado, 3 de enero de 2015

El Cielo y el Infierno



"Cuenta un antiguo relato japonés que un Samurái pidió a un maestro Zen que le explicara el concepto de cielo e infierno. No obstante el monje respondió con desdén: - No eres más que un idiota. ¡No puedo perder el tiempo con individuos como tú! - Herido en lo más profundo de su ser, el Samurái se dejó llevar por la ira, desenvainó su espada y gritó: - ¡Te mataré por tu impertinencia! - Eso - repuso el monje con calma - es el infierno - Desconcertado al percibir la sabiduría en lo que el maestro le señalaba con respecto a la furia que lo dominaba, el Samurái se serenó, envainó la espada y se inclinó, agradeciendo al monje la lección. - Y eso, amigo mío - añadió el monje - es el cielo." Extracto del libro DEL TAI-CHI AL TAO