"El
Ganges se pasea frente a mí mientras las riberas de los Gats de Varanasi se van
llenando de gente. La contaminación del río, no lo hace menos sagrado. Mis
errores pasados tampoco me quitan mi potencial de santidad. El río fluye con la
vida. El amanecer y el anochecer se suceden con un extraño encanto que me
enseña que todo fluye, que todo pasa, que nada permanece, y, curiosamente, en
esa impermanencia, e incluso en mi propia imperfección, encuentro la esperanza
de un mañana mejor. Mirando el río, no encuentro el lugar donde el río es río,
donde las aguas han cambiado su nombre. El río es otro de tantos procesos de la
existencia, como mi yo, como la fantasía de mi vida y quién creo ser. ¿Qué le
pasa al río cuando desemboca si nunca ha dejado de nacer de la montaña ni de
ahogarse en el mar? ¿Qué le pasa al río cuando descubre que no es tal? El
viento trae el murmullo de los mantras y el canto arrullado de los versos del
Corán. El río es más bello cuando está libre. Sus aguas no vuelven, no se
detienen a mirar atrás. Este momento es más bello si puedes llenarlo de ti y
dejarlo pasar. Nada es para siempre, pero el ahora lo puedes disfrutar. En los
Gats la gente hace sus abluciones, pero a Dios no le interesa la fachada de su
templo, si no el interior de tu corazón. Bebe del río de la vida, conviértete en
sonrisa, que un suspiro en el viento no debería guardar tanto dolor…" La Taberna del Derviche
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