Konyali Sair Semi fue un derviche muy humilde
que vivió en la ciudad de Konya hace unos 200 años. Pasó la mayor parte de su
vida consagrado a Dios a través de la cofradía Mevlevi del maestro Rumi. Cuando
murió, en 1884, tan elevada fue su estación espiritual, que sus vecinos decidieron
enterrarle dentro del monasterio de Mevlana, junto a otros tantos santos,
aunque él había insistido siempre que no era digno de merecer tan alto honor.
Así, a la mañana siguiente de haberle dado sepultura, su cuerpo misteriosamente apareció fuera del recinto.
Sin saber qué pensar, las autoridades de la época decidieron volver a enterrarle
y pusieron una guardia para vigilar su tumba. Sin embargo, a la mañana
siguiente, el cuerpo volvió a aparecer extramuros, justo en el mismo sitio que
el día anterior, sin que nadie lo hubiese movido. Convencidos ya del milagro,
sus discípulos decidieron respetar por fin la última voluntad del maestro Sair
Semi, enterrándole en el lugar donde había aparecido su cuerpo las dos veces,
donde todavía hoy descansan sus restos y se puede ver el túmulo de su sepultura
como un monumento a la humildad propia de los derviches
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