Cuentan que cierto maestro sufí, estando en su lecho de muerte, se le acercó uno de sus discípulos más queridos y, muy apenado, le preguntó: - Baba, antes de reunirte con nuestro Señor, dime, por favor, ¿qué ha sido lo más difícil que has encontrado en esta vida? – El maestro, mirándolo fijamente, contestó: - Lo más difícil de mi vida ha sido hacer comprender a la gente que Dios es Uno, y que sólo Él merece ser adorado. Que no hay santos, ni ángeles, ni profetas, ni hijos, ni potencias, ni espíritus, ni guías, ni maestros... Que sólo existe Él, sin intermediarios, sin nadie más. Dios es el Solo, el más Digno de alabanza – Pero, maestro - replicó el muchacho - entonces, ¿los ángeles, los profetas, los santos…? – Ves, hijo mío - contestó el anciano con lágrimas en los ojos – Cuán difícil es esta tarea que ni siquiera a mis discípulos más cercanos he conseguido convencer.
"Dime, oh Amigo, en mi interior, ¿dónde se haya el órgano que al mundo ama? Después dame bisturí, camilla y gasas, y prepara la operación que del mundo me libere, para que cuando Despierte, nada se interponga entre Tú y yo. Y que en ese Tú me disuelva, y que solo Tú quedes, ya que cuando el sol sale, la vela debe apagarse."
¿... que al mundo ama?, cuantas veces pienso sobre ello y cuantas creo seguiré reflexionando.
ResponderEliminarMucho mucho camino para acercarme siquiera,
Un abrazo,
tRamos
Uy muy profundo te mando saludos desde Ecuador
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